La introducción de cultivos genéticamente modificados en Colombia provocó cambios en el marco regulatorio que rige la circulación, comercialización y uso de semillas en el país. En particular, se establecieron nuevas regulaciones de bioseguridad, definiendo los tipos de semillas que potencialmente podrían representar una amenaza para la biodiversidad y la salud (humana y animal) del país. Estas nuevas regulaciones estuvieron acompañadas de una serie de decomisos de semillas llevados a cabo por instituciones estatales y justificadas como un esfuerzo por garantizar la calidad y seguridad de los mercados agrícolas. Los productores de algodón colombianos se vieron particularmente afectados por estos decomisos. La mayor parte de sus semillas de algodón convencionales preferidas fueron retiradas del mercado, lo que los obligó a plantar sus cultivos con semillas genéticamente modificadas. 'Protegiendo lo vital' sostiene que, en este caso, las nuevas regulaciones de bioseguridad que acompañaron la introducción de semillas genéticamente modificadas en Colombia protegieron, no la biodiversidad y la salud, sino el mercado de semillas corporativas.