A principios de la década de 1990, durante el apogeo de la ingeniería genética, los científicos de plantas se lanzaron a la búsqueda de cultivos con características excepcionales. Exploraron las posibilidades de modificar plantas comerciales para diversos propósitos: aumentar su productividad, darles resistencia a los insectos depredadores, e incluso hacerlas brillar en la oscuridad. Ante la amenaza del cambio climático, era lógico que los científicos se aventuraran a usar la ingeniería genética para desarrollar plantas resistentes al clima. Sin embargo, pronto encontraron dificultades para alcanzar este propósito. El cambio climático no se manifiesta de manera uniforme en distintas regiones, y los fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías, tienen características variadas: pueden ser cálidos o fríos, secos o húmedos, breves o prolongados. Por lo tanto, los cultivos resistentes al clima no podían concebirse como productos estándar. Por el contrario, tenían que ser capaces de responder a la complejidad de los ecosistemas locales y a la variabilidad climática. "Remaking Agricultural ECO-Systems" es la historia de la personalización medioambiental como enfoque productivo diseñado para responder a este reto.